Cuando un niño nace de forma prematura, su delicada salud suele hacer preciso el ingreso en una unidad de cuidados neonatales. A pesar de ello, el vínculo se puede establecer con la misma
intensidad. La clave reside en el cariño: el bebe necesita sentirse querido. De hecho, antes se pensaba que en los casos más graves era mejor ahorrarles a los padres el dolor de encariñarse con
un niño que no podría sobrevivir.
Estos bebés presentan problemas para controlar su temperatura, respiración y alimentación. En la UCIN (Unidad de Cuidados Intensivos de Neonatología), se encargan de proporcionar ayuda en estas
tres funciones vitales. Se les coloca en una incubadora o cuna térmica para mantener su temperatura, se les conecta a un respirador o ventilador para ayudarles a respirar y se les alimenta
mediante una sonda insertada en una vena o a través de la nariz al estómago.
También los padres necesitan ayuda, ya que se ha sustituido la maravillosa bienvenida de su hijo, por un golpe precipitado que no esperaban.
Tener un hijo prematuro e ingresado en la UCI neonatal es una de las experiencias más traumáticas que puede haber para unos padres. Es normal que experimenten una serie de sentimientos muy
intensos, que van desde la incredulidad y el shock, hasta la tristeza, la rabia o la depresión. Entre las dudas que les asaltan suele estar la de si el chiquitín sabrá quiénes son sus padres o
cómo le afectara estar ingresado. Algunas veces, incluso piensan que no quieren a su hijo y se asustan de tener dicha sensación. Los padres se recuperan de este shock de diferentes maneras; la
mayoría acepta la situación y empiezan a tratar de encontrar modos de ayuda a su bebé, e iniciar el proceso de los vínculos.
Afortunadamente, ahora se sabe con certeza que el cariño que reciben de sus padres es lo que permite a muchos chiquitines seguir viviendo cuando más frágiles parecen y sorprender a los propios
médicos con su evolución favorable. Es más, cuando las cosas no van bien, pero el bebé vive rodeado de amor, es precisamente ese vínculo creado lo que más consuela a los padres. Los cuidados
psicológicos al prematuro son, por lo tanto, tan importantes como los físicos, y potenciar el vínculo materno-filial es una de las claves para que todo vaya mejor. Los bebés, por pequeños que
sean, necesitan saber que sus padres están ahí y sentirse queridos.
Y qué pasa con el bebé? Metido en su propio proceso –shock, dolor, miedo, aislamiento- el bebé puede ser ignorado como ser humano emocional y con sentimientos, mientras los adultos se concentran
para salvar su vida. Esta clase de tratamiento a menudo se extiende más allá de lo necesario, objetivando al bebé y levantando una barrera emocional y espiritual entre el niño, sus padres y el
mundo. El primer contacto de los prematuros con el tacto humano conlleva dolor: agujas, pruebas, tubos, soportes ásperos, luces brillantes etc., todo ello después de la tranquilizadora protección
que ofrece el útero.
Una de las primeras cosas que los padres pueden hacer para ayudar a iniciar los vínculos, es dar masaje a su bebé. Es una hermosa expresión de cuidado que contribuye a la salud física y
psicológica, para los bebés y los padres. La mayor parte de la angustia se minimizará si los padres pueden restablecer el control de la situación. Es posible que al principio tenga miedo de
acariciarlo, porque parecen muy frágiles debido a su pequeño tamaño. Es muy importante que se establezca cuanto antes un vínculo físico entre la madre y el niño, hablando y tocando bebé, además
facilitará su desarrollo.
. En muchos hospitales está instaurado y se anima a los padres a usar el maravilloso método canguro: contacto piel a piel continuo y prolongado y alimentación materna exclusiva. Este contacto
ayuda a que los bebés se relajen y respiren con más facilidad, al tiempo que les estimula a succionar y alimentarse.
Las investigaciones más recientes en el campo de la psicología pre y perinatal están aportando una serie de datos fascinantes, que confirman lo que muchas madres sabían desde siempre: los bebés
escuchan y entienden, aprenden y recuerdan, se alegran y se emocionan; en definitiva, son personas como las demás. No importa lo pequeños que sean, siempre necesitan sentirse queridos y que les
expresemos nuestro cariño.
Ahora sabemos que incluso los grandes prematuros (desde la semana 25) diferencian perfectamente la voz de su madre de las demás. No sólo la reconocen, oir a su mamá beneficia a su salud: así, por
ejemplo, la saturación de oxígeno en la sangre de los prematuros mejora cuando tienen a su familia cerca.